Spinetta, alienígena cósmico rubí

Mat Guillan
Vestigium
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4 min readJan 24, 2020

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Tapa del disco diseñada en digital por Spinetta y luego por Alejandro Ros.

Como lo anuncia la tapa de Ya no mires atrás, Luz Alberto Spinetta vuelve a nuestro universo en forma de alienígena cósmico rubí para hablarnos de amor. Deja atrás su estrella y trae un disco que supera la expectativa y resalta su vigencia como artista. A diferencia de Los Amigo (2015), su primer póstumo que destelló con el brillo del jazz, esta carpeta encontrada en su estudio La Diosa Salvaje es la continuidad perfecta de la excepcional última parte de su obra en la que se reinventó a su antojo una vez más.

Luego de la lluvia de riffs del disco doble de los Socios del Desierto y el vivo San Cristóforo, el nuevo sonido de Spinetta asomó en Los Ojos (1999), junto al zurdo Wirtz y Marcelo Torres. Pero esta nueva etapa comenzó definitivamente con el nuevo milenio: primero con Silver Sorgo (2001) para luego afinarse en su obra suprema Para los árboles (2003) y continuar su evolución en el EP Camalotus (2004), Pan (2005) y Un mañana (2008). Así lo clásico de Spinetta flotó en una nueva atmósfera sonora de vanguardia que continúa en este álbum. Además, en Ya no mires atrás hay un ritmo más entrador, si se quiere radial, ATP, sobre todo en las primeras tres canciones, y con su voz más al frente.

En un mundo oscuro en el que se perdió la idea de amar y «esta tierra tiembla al hablar», necesitamos a alguien que trate «de salvar la seda de tu piel de toda fiera».

Para los árboles.

Veinte ciudades abre el disco y es directa. Con arreglos sutiles, busca sellarse en nuestras cabezas al estilo de Preso ventanilla de Un mañana o Atado a tu frontera de Pan. Spinetta comienza a indagar sobre el desamor: Con tus propios ojos ves lo que se perdió / Y estás harta de esperar / Por un tiempo nadie te llevará a pasear / Con tus propios ojos ves lo hermosa que sos / Y no hay razón para llorar / Tranquila, amor nunca te va a faltar / ¡No!.

En Ya no mires atrás, le canta a los sueños, las murallas abominables del miedo y te acompaña abrazando su mensaje de vida vinculado a la visión esperanzadora de Un mañana, al Mañana es mejor: Es tan temprano y te aburren las horas / Ya no temas a la distancia que te aparta / Te aleja de tus sueños otra vez / Ya no mires atrás.

Lo mejor del disco está en Agua de río. La poética spinetteana a flor de piel. Con los «ojos en llamas» las «Almas que se agotan en su columpio de seda» y miran «su sórdida postura de ciempiés». Tramos musicales de alto vuelo hacen de las teclas de Claudio Cardone, el bajo de Nerina Nicotra y la solidez rítmica de Sergio Verdinelli se vuelvan uno con la strato roja de Spinetta. Así llegan al estribillo y al final en el que música y poesía se elevan juntos: Siguen como siguen sus pisadas sin revés / Suben como nunca las esporas de su piel.

Con Nueva Luna, Mundo Arjo, incluye en su discografía un tema hasta ahora inédito muy esperado en sus shows. Una piedra preciosa, pulida junto al Mono Fontana en la época de Jade, que es una canción de amor contra tanta desdicha argentina. En un mundo oscuro en el que se perdió la idea de amar y «esta tierra tiembla al hablar», necesitamos a alguien que trate «de salvar la seda de tu piel de toda fiera».

El disco recobra ese arrojo hacia el futuro en Merecer. La base hip-hop, que ya había explorado en la genial A su amor, allí (Para los árboles), hace caminar la canción mientras le pone paños fríos a una relación que parece demasiado intensa desde el comienzo: No seas tan pronto mi Mona Lisa, por favor / Tal vez no has hecho lo suficiente, amor. Luego, sus hijos Valentino y Dante aumentan el flow rapeando juntos.

Luces y sombras es una linterna que se encuentra con la incomprensión del amor y sus paradojas sobre una combinación de guitarra y piano hipnótica. Diadema funciona como la canción de cuna final. Con una base electrónica, la voz aguda de Spinetta se vuelve etérea junto a un piano que acompaña su melodía. Este cierre es la búsqueda del amor total mientras «las horas se escapan goteando sin prisa y sin pausa» y las «puertas se abren en cielos».

El alienígena cósmico rubí se despide. Lo vemos alejarse levitando lento: De las vidas veo salir una llama de eternidad / Hay un puente que cruza en ti / Las praderas llenas de luz. Solo nos queda el cielo oscuro y esa estrella que ya no está, pero que sigue iluminando.

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Mat Guillan
Vestigium

Soy un conejo mutante que escribe. Tapate los ojos. Sitio web: www.conejomutante.com